Según cierto estudio, de cada diez adolescentes, por lo menos cuatro creen que están excedidos de peso y que necesitan hacer algún tipo de régimen para adelgazar, por más que la balanza registre peso adecuado de acuerdo a los patrones de salud. En los EE.UU., según estudios publicados por la epidemióloga de la facultad de medicina de la Universidad de Harvard, Alison Field, las señoritas tienen una propensión mayor que los varones a creer que están excedidas de peso, aunque la realidad muestre lo contrario, pues los que aparecen siempre con unos kilos demás son los representantes del sexo masculino.
Hay una especie de nuevo rito de iniciación de la adolescencia, advirtió Alison Field; antes era la menstruación, hoy parece ser, hacer dieta. El círculo de amistades y la televisión difunden la moda de mujeres cada vez más delgadas y las adolescentes quieren seguir esos modelos desde muy jóvenes.
Otro resultado importante indica que los jóvenes que hacen dietas frecuentes tienen aproximadamente cinco veces más posibilidades de tener sobrepeso de aquellos que nunca se adhieren a ellas. Pocas personas consiguen reducir la ingesta de alimentos por un largo período y los datos del estudio destacan que aquellos que cierran la boca con más determinación es también el grupo más propenso a episodios de comilonas desenfrenadas después de esos largos períodos de abstinencia.
Perseguir un nuevo modelo de belleza que contemple las líneas de la esbeltez o buscar tener una mejor apariencia para conseguir un mejor candidato, son motivaciones legítimas para los adolescentes. Pero la sucesión de dietas con pocos resultados, puede traer consigo frustración psicológica y hasta disturbios graves en la salud. Todavía está fresca en la memoria la noticia de varias jovencitas que tuvieron un lamentable fin por culpa de dietas rigurosas para adelgazar.
¿Qué pueden hacer los padres para identificar un falso gordo en la familia? Es fácil distinguir un obeso real de uno falso. El adolescente comienza a evitar cosas que engordan y sólo busca alimentos "Light". Pasa gran parte de su tiempo preocupado con su peso, preguntando a todos sobre su apariencia y se torna un deportista compulsivo haciendo ejercicios a cualquier hora.
Uno de esos factores aislados no debe ser motivo de preocupación, pero, si todos ellos se conjugan y se prolongan en el tiempo, podemos sospechar que el adolescente está obcecado. Quien no necesita dieta, no debe hacerla, menos aún si está en proceso de crecimiento.
Ayudemos a los adolescentes a superar la manía por las dietas de bajas calorías e incentivémoslos para que sean más activos realizando actividades que les interese y los envuelvan.
Lidio Vargas Riquelme
Magíster en Salud Pública