Consumidores Compulsivos

Aquel que nunca se haya divertido dándose unas “canas al aire” que tire la primera piedra. Si no fue con alcohol, puede que haya sido con cigarrillo, con drogas ilícitas e inclusive con chocolate, café o mate. O aun más, en un arranque de consumismo en el Shopping. El hecho es que la búsqueda del placer nos mueve, tendemos a repetir acciones agradables y a veces en ese afán encontramos una manera de huir de las dificultades. Esto se transforma en un problema cuando “gustar” se transforma en dependencia y el placer en dolor.

No son solamente los consumidores de drogas ilícitas (marihuana, cocaína, heroína, etc.) o lícitas (tabaco y alcohol) los que están sujetos a este sometimiento. Sexo, compras y comida también pueden ser blancos de compulsión y sus dependientes presentan los mismos síntomas de quien consume sustancias químicas. Los especialistas dicen que no existe una sociedad sin drogas –sustancia psicoactiva que afecta el funcionamiento del cerebro (que incluye a la cafeína presente en las bebidas cola, en el mate y en el chocolate).

El fenómeno de la dependencia psicoactiva es algo arraigado a la condición humana con diversas finalidades, desde apaciguar sus dolores, angustias y tristezas, hasta de elevarse a los dioses. Es casi natural pensar que mientras haya dolor, angustia, frustración, abatimiento y dudas el hombre continuará usando drogas. Pero, no es sólo la búsqueda del alivio la que lleva al consumo. Existen dos tipos de vicios: uno que sirve para alterar la percepción de una realidad intolerable, y el otro que pasa sólo por una cuestión de placer.

La palabra placer explica por qué es posible ser dependiente de cosas tan diferentes como drogas, chocolate, café, juego, sexo o compras. Ciertos estudios de mapeo cerebral muestran que hay una región en el cerebro conocida como sistema de recompensa que es activada por sustancias presentes tanto en las drogas como en nuestro propio organismo (hormonas o neurotransmisores) y que son liberadas cuando pasamos por estrés, excitación, alegría, etc.

Haz una lista antes de ir de compras, espera muchas horas antes de comprar. Hazte la pregunta: ¿Lo necesito o solo lo quiero?

Desarrolla otras formas de manejar tus emociones.

Aprende a manejar los impulsos y las preocupaciones. Y si nada funciona, pide a Dios que te ayude a cambiar y te de buenas ideas para administrar tu compulsión por el consumo.

Lidio Vargas Riquelme
Magíster en Salud Pública