Complejo de la Monalisa

La Monalisa, célebre retrato, ha sido objeto de todo tipo de reacciones y análisis más que ninguna otra obra de arte en la historia. Su proverbial sonrisa de labios apretados ha motivado controversias entre aquellos que se dedicaron a descifrar el misterio. Existen buenas razones para concluir el por qué la Gioconda, la musa de Leonardo Da Vinci, está con la expresión adusta y carente de sonrisa.

La historia da evidencias de que la mayor parte de la población renacentista estaba constituida por personas desdentadas. Por tanto, no sería una exageración concluir que, la falta de una linda sonrisa, era el verdadero motivo que llevó a la Gioconda a adoptar una expresión retraída inmortalizada en la pintura del genio florentino.

Muchos siglos han pasado y la odontología ha experimentado un progreso extraordinario, tanto en el ámbito del conocimiento como en la tecnología aplicada a través de sus modernos equipos. El ruidoso y molestoso torno a pedal dio paso a aparatos ultrasónicos de última generación. Pero, una cosa permanece inmutable. Es considerable el número de personas, amén de su condición socioeconómica, que todavía hoy sufren el complejo de Mona Lisa. Evitan sonreír en público para no exhibir el resultado de su negligencia con los dientes.

La cultura del temor en complicidad con la desidia ha impedido a mucha gente lucir una cálida y agradable sonrisa como carta de presentación.

Es importante sonreír sin bloqueos. Una sonrisa activa en el cerebro la producción de endorfina, sustancia responsable de la sensación de bienestar, y además, mueve catorce músculos faciales. Una investigación reciente en el área de estudios de mercado concluyó que 97,5% de las personas entrevistadas, se interesan con el impacto generado por una sonrisa.

A pesar de los valores altos de la odontología actual, existen obras sociales que alivianan los costos y aun diferentes planes de pago para facilitar la idea de que invertir en la imagen personal es un buen negocio y trae dividendos a la estima propia.

Lidio Vargas Riquelme
Magíster en Salud Pública